Blogia
Mirada Azul

Gotas de lluvia

Un recuerdo

Escrito hace casi dos años, lo encontré en algún rincón olvidado:

Cansada de esperar por promesas vanas, que no llegan, sin detenerme a pensar en el pasado o en el presente, ya sin temer que nada llegue y aceptando que todo pasa; creyendo que nada importa.¡Qué gran mentira!, si cada instante que pasa importa tanto como aquel que está por venir.
Pensar que alguna vez tuve miedo de los demás...no quería aceptarlo y aún no se si lo hago; pero el miedo es lo peor (o mejor según se mire) arma contra nosotros mismos. El que no posee miedo, no posee límites. Pero hay ciertas cosas en que los límites son necesarios. Siento lástima de aquellos que provocan miedo a los demás porque no conocen el límite: esa delgada línea que existe entre nosotros y los demás. La mayoría de las personas cree que los límites se rompen cuando uno es capaz de pasar sobre los otros imponiendo lo que esa persona dice, porque ella lo dice, sin dar argumentos. (...) El haberse dejado engañar es parte de su ignorancia y de creer que los límites deben ser rotos.
No creo que sea así, es más creo que los límites han sido rotos muchas veces ya, ahora el desafío es reconstruirlos. Los límites no existen, los límites de la mente son los más importantes y a la vez difíciles de quebrantar.
El desafío está en saber que no hay límites y reconocer que son necesarios.
Entonces podría decirse que aunque la mente no tiene límites, es necesario, en la práctica, que éstos existan.
Aún así el miedo está. Más que superar el miedo a nosotros mismos, hay que superar el miedo a los demás, al que dirán. ASí entenderemos por fin que hemos vencido el miedo a nosotros mismos; el miedo a ser lo que queremos ser, y que no nos acepten. El miedo a nosotros y el miedo a lo externo es, un miedo muy similar que tiene base en la sociedad en que nos toca vivir (...).


Vale la pena explicar muchas de las aparentes contradicciones que hay en este texto. Cómo el decir que no hay límites y luego afirmar que si los hay. Lo que quiere significar es que los límites son algo impuesto desde el exterior, que nuestra mente está limitada si, pero desde fuera... no son algo tangible, pero son algo en cierta forma tristemente necesario.

Vacio

Escribir es sin duda una de esas grandes pasiones que tengo. Escribir me ayuda a sacar lo más triste y doloroso que hay en mi, y verlo como en un espejo y a la vez, sacarlo, alejarlo plasmarlo fuera de mi, para que no pueda roer mi existencia nunca más.
Siempre dije que sólo puedo escribir cosas tristes. Y es que son todos esos momentos tristes, dolorosos, callados... vacíos, lo que deseo olvidar, sacar de mi, analizar, ver, alejar, quemar, matar.
A los momentos felices en cambio los disfruto, intento conservarlos lo mejor posible, lo más intactos que se puedan en mi memoria: los momentos felices son dignos de saborearse y no de pensar en ellos.
Ah... De todos, momentos tristes y felices puedo conservar alguna enseñanza, "algo" que me ayude a mejorar, pero los momentos tristes... podría decir que los "disfruto" sacarndo afuera todo aquello que me causa tristeza, intentando comprender y así superar ese estado. Pero un momento feliz, es tan especial que no da tiempo a pensar, uno se pierde en su alegría, en el regocijo y no tiene que encontrarle explicación: los momentos felices no necesitan explciación y mucho menos una "solución" para salir de ellos. La felicidad es para disfrutarla.

Hubo un tiempo en que no era feliz, hasta que descubrí que ser feliz era mi propia decisión, desde ese día procuro sacar afuera y entender todo aquello que me causa tristeza, para que no vuelva a ocurrir. Sin embargo no creo que un poco de tristeza sea mala, de hecho considero que ser feliz no es lo mismo que estar feliz (no es lo mismo ser que estar ;P), y para ser feliz necesitamos estar felices y estar tristes a veces también. Todo es parte de la misma cosa que se llama vida, y es lo único que tenemos.
Siempre deberíamos recordar que ser feliz es decisión nuestra. Aunque tengamos miedo muchas veces, siempre sabemos qué nos hace felices y que no. Hay que procurar siempre hacer lo que nos causa felicidad, sino estamos muertos en vida.

Muriendo un poco

Hay días en que tengo ganas de morirme. A todos nos pasa supongo. Hoy es uno de esos días en los que lamento no ser lo suficiente valiente como para hacer algo para deshacerme de mi y no ser lo suficientemente cobarde para matar algo, en este caso yo.
A veces pienso que si alguien me hubiera preguntado si quería vivir, avisándome del sufrimiento que me tocaría y el que muchos soportarían por mi existencia, no sé qué hubiera respondido. Sin duda lo que más me preocupa no es lo que yo pueda sufrir, de hecho si sólo yo sufriera con mi existencia poco me importaría. Pero todos los que me rodean también sufren; y no quiero eso, pero como ya dije no soy ni lo suficientemente valiente ni lo suficientemente cobarde como para acabar con mi vida. ¡Y tantas veces que lo habré deseado!
Tantas veces... muchas. Y no sé por qué ese doble deseo de vivir y morir siempre está presente en mi. En todos dicen los psicólogos, pero yo sólo puedo saber que siento yo.
Definitivamente sería bueno que mucha gente no hubiera tenido la desgracia de conocerme, nadie se merece soportar mis cambios de humor, mis locuras repentinas. Lo más doloroso, si a alguien pudiera servirle de consuelo es ser yo. Es que es terrible ver cómo sabes que estás diciendo cosas que hacen daño y no poder evitarlo. Es ridículo, pero me he sentido demasiado enceguecida en nada (que es lo peor de todo) y hablar y decir cosas que no quiero decir, como si "algo" me impulsara a hacerlo, aún sabiendo cuáles serían sus consecuencias.
Y siendo demasiado tarde ya, desplomarme, sentir esas inmensas ganas de morirme por ser así. ¿Por qué eso que me impulsa a actuar de aquella forma no me da fuerzas para acabar con mi vida?
Y es en este momento, mientras pienso eso que recuerdo que amo mi vida, amo vivir a pesar de todo.
Necesito un abrazo